viernes, 23 de diciembre de 2016

Desde lo alto del hueco de la escalera, alguien está observando


Locura. ¡Qué miedo produce pronunciar esa palabra! Siempre, todos en nuestras vidas hemos temido alguna vez a ese oscuro ser que se debate, que en nuestra imaginación da vueltas y revueltas sobre sí mismo, y grita desaforado con toda la fuerza de la sinrazón. Es el espejo que refleja nuestro propio absurdo de personajes que nacen para vivir y morir encorbatados, mientras justificamos un mundo de mierda con razones de consecuente piel de pescadilla huera.



El lugar del crimen.

Estamos vacíos, representamos una astracanada o un sainete ligero con un trasfondo trágico, nos mordemos la cola para no reconocer que sólo somos autómatas en un mundo mareado de dar vueltas y no queremos pensar ni aun nombrar el origen y destino propios, sentir ni sentirnos siquiera, porque eso supondría replantearnos nuestras vidas y descubrir el verdadero juego: cómicos de una obra extraña, sin fuste, cuyo marco es un baile de disfraces, llegamos a mitad de un acto, y nos introducen y dan un papel, por el que nos pagan más o menos. Nos preocupa la importancia de nuestro personaje y que nadie nos quite nuestras pertenencias, que guardamos celosamente como perro de hortelano. Y en determinado momento -a cada uno le llega el suyo-, somos expulsados de la sala, desnudos, ya sin máscaras, despojados de nuestros bienes… Y nadie vuelve para contar cómo es el exterior que todos tememos, si se vive en él y cómo. En este drama, la mayoría somos marionetas y algunos manejan los hilos, pero todos trabajamos obedientes, y evitamos reflexionar.

Las sucesivas capas de la cebolla.

Mientras, nuestra aldea se asienta, inestable, liviana, insignificante sobre la superficie de un planeta comparablemente enorme, pero casi imperceptible dentro del sistema solar en que está enmarcado, cuyo sol se pierde en el gigantesco conglomerado de trescientos mil millones de estrellas que componen la Vía Láctea, que a su vez no es sino una minúscula mota en un desierto, comparada con el conjunto de uno a dos billones de galaxias, -ahora se calcula y eleva el número total de estrellas a setecientos cuatrillones-. No olvidemos los agujeros negros, que son vías de comunicación y transporte con otros mundos…

Esta es parte de la materia y energía habituales, pero parece ser que hay también materia y energía oscuras, que multiplicarían lo por nosotros conocido muy significativamente. Todo en el seno de un universo en expansión acelerada. Además, ¡Deben de existir tantos universos paralelos, múltiples dimensiones…!

Y volvamos hacia atrás. Pues sí: partiendo de cada uno de los infinitos universos, las múltiples dimensiones, pasando por el número ingente de galaxias con sus agujeros negros y estrellas, llegamos a nuestra pequeña galaxia, y perdido en su magnitud, nuestro Sol, y dentro, minúscula, La Tierra, los continentes, una península y en algún lugar perdido, nuestra ciudad o nuestra aldea, y luego algo ínfimo: nosotros, representando nuestra obra en un pequeño templete. Y si fuésemos capaces de mirar más allá de nuestras narices, descubriríamos que hay mundos microscópicos, atómicos, subatómicos….

Pero ante el escenario no hay público, siquiera, presenciando nuestra comedia egoica. Y nosotros, de enredo en enredo, vamos sintiéndonos cada vez más viejos, y alguna arruga, alguna cana certifican el paso de un tiempo que perdemos sin que seamos conscientes, pues vegetamos antes de marchar como reses al degolladero: cuando lanzamos el postrer quejido, ya es tarde. No hay remedio ni vuelta atrás…

Maneras de mirar.

Por eso, cuando en nuestra visión de autómata aparece alguien de cabellos largos y desordenados que grita a la luna hasta rasgar su garganta y se debate en giros y giros desorientados como monje derviche, su danza nos describe el absurdo de nuestras pobres vidas. Nuestra mezquindad al agarrarnos a la cartera, como si ese acto pudiera librarnos del naufragio, cuando lo sensato sería sumergirnos en las frías profundidades de unas aguas en el fondo acogedoras, reconfortadoras tras el ahogo inicial previo a la muerte.
Pero esta muerte es vida, porque, como decía Valle Inclán en Luces de Bohemia, el esperpento consiste en observar la realidad reflejada en los espejos deformantes del Callejón del Gato, y esta visión grotesca nos hace percibir la verdad de nuestras vidas, de ahí la Literatura del Absurdo -Ionesco-, o la Ciencia Ficción, que son otros ejemplos, y en general el arte, cuyas novedosas, revolucionarias corrientes, abriéndose una tras otra como muñecas rusas dan cuenta del mundo con virginal mirada, con ojos de niño o de viejo sabio. Y al contemplar estas obras rompedoras, surge un insight, la revelación, y de similar manera, con tan eficaz método trabaja la visión del loco en nuestras vidas.

Hallazgo del lado más amable.

Yo también he sido diagnosticado, y como ser humano estoy marcado socialmente. Pero si ahora, a la vuelta de los años, después de padecer un sufrimiento atroz, y encierro, me dieran a elegir, a mis cincuenta y cinco años, perdida la adolescencia, la juventud y la primera madurez en revueltas mentales de molinillo y dolor inefable del alma, si tuviera que escoger entre un devenir neciamente feliz y triunfante y mi actual paz consciente, en camino hacia la sabiduría, sin dudarlo abrazaría de nuevo la locura, pues el inmenso dolor y los fracasos me han hecho mucho más humano, acogedor.

Sí, ahora soy un acunador de almas, y en mi regazo sueñan los seres queridos, cercanos, el sueño de mi serenidad, y soy capaz de expresar un amor y amarte en paisajes mucho más bellos, nutrientes, ignotos, pues mi viaje ha sido largo, y en mi mochila porto canciones, relatos de mundos lejanos. Te aseguro que conmigo, ahora, jamás sorprenderás en tu boca el bostezo, ya que mi sola sonrisa y las palabras que pronuncie en tu oído, alfombra mágica son, y dragones y caballeros andantes, y espesuras y páramos de horror, bravíos mares, islas misteriosas, fondos abisales iré describiendo, desgranando fruta, dándote a probar las nueces de la inteligencia, la almendra que regala paz y prosperidad, la avellana del recogimiento en el hogar, las castañas de manos calientes al amor de la lumbre tras la lluvia y el frío.

Por ello digo que escojo el canto del orate, y no me desdigo. Así que si hoy o mañana u otro día vuestro camino se cruza con el de ese ser de pelo alborotado, garganta rajada por mil puñales, desesperación del verdaderamente afligido... Tened la seguridad de que es un afortunado, pues ha tenido la suerte de ver El Aleph de Borges. En un solo golpe de mirada ha percibido más de lo que en cien existencias nuestros ojos de humanos de vida confortable pueden registrar. Lejos de ser un desgraciado bien sería un elegido. Tarde o temprano a todos nos llega el momento de rendir cuentas y ser conscientes de la locura de este mundo. Ya estamos avisados.

Como dice Guillermo Borja en su libro La locura lo cura: “Lo que más atemoriza al ser humano es caer en una crisis, porque pone de manifiesto todo lo que está irresuelto: la dependencia, la necesidad, la carencia… No se puede resolver nada profundo si no es a través de una crisis, pues ella misma posee los elementos de la curación.”

Tira la primera piedra. La última máscara.

Si al salir de casa, mientras tu cabeza repasa las cuentas del mes, caminas hacia tu bólido andando altanero por si te miran los vecinos, y al llegar al lugar donde está aparcado, no hay rastro de él. Si empieza a llover lentamente, temes por tu traje, un relámpago incendia el cielo de repente y casi a la par de un trueno mortal comienza un chaparrón de oleaje rompiente. No hallas donde refugiarte, descubres tu pantalón enganchado en los alambres de un guardabarros, y por más que lo intentas no logras liberar la pernera. Un ciclomotor golpea tu cadera y caes al duro asfalto empapado de agua y grasa. Si no encuentras mejor modo de salir de este entuerto que quitarte el pantalón… Si aun así crees estar de suerte: dos tipos con paraguas se acercan. Ante la cortina de lluvia, les gritas, pides ayuda, cuando percibes al poco una navaja en tu garganta, y claro, a regañadientes has de soltar la cartera, la chaqueta y los zapatos. No conformes, con la hoja cortan la ropa que conservas puesta, la hacen jirones, momento en que recuerdas que estás cerca de tu casa y gritas con desafuero a quien te escuche, a la luna, incluso, que ya estará saliendo. Al alzar la vista ves reflejado en un escaparate la figura del loco que esta mañana te impresionó. Levantas los brazos de miedo ante tan amenazadora imagen: casi desnudo, se debate bajo la lluvia. Tratas de correr, pero entonces te percatas de algo sorprendente: el loco, el indigente desnudo que grita desaforado bajo la lluvia… Eres tú. Tú eres ese ser que tanto temías, que tanto horror produce… Y una loca sospecha, quizá el comienzo de algo extraño se instala en ti: no van a reconocerte ni la portera ni los vecinos ni tu familia. Quizá habrías de ir buscando un albergue donde pasar la noche. Pero por amor del cielo: lo intentarás, tratarás de convencer a todos tus seres cercanos de que ese loco, ese indigente que les habla, eres tú.

Es cuando brota de tu interior una voz ¿Será la de John Donne?: “No preguntes por quién doblan las campanas: doblan por ti”.

viernes, 16 de diciembre de 2016

Aguirre versus Carmena, y más...

DEL INTENTO DE ESPERANZA AGUIRRE DE ELIMINAR A MANUELA CARMENA, Y DE SUS MÓVILES.
[Los sucesos diarios suelen obedecer a razones profundas y arraigadas; a veces se deben a conflictos estructurales o irreconciliables. Así, la histriónica reciente pataleta de la condesa consorte y expresidenta de la Comunidad de Madrid, puede ser la punta de una enorme roca de hielo que se funde bajo el fuego cruzado de dos formaciones; en ella, la ambición política y los intereses personales se dejan traslucir].
Hace muy pocas jornadas, Esperanza Aguirre, Portavoz del grupo municipal del PP en el Ayuntamiento de Madrid,  se ha revuelto con energía exacerbada a raíz de la limitación del tráfico de la Gran Vía, de la Calle Atocha y de la Calle Mayor madrileñas, en aplicación de un decreto municipal. La portavoz, haciendo un gran despliegue y citando a algunos comerciantes, dueños de hoteles y hostales y de alguna empresa de autobuses de turistas, arremetió contra los responsables de esta medida, a la que calificó de “inconcebible, esperpéntica, vergonzosa, indigna y además cutre”. Anunció que la llevará “seguro” a los tribunales, que se trata de una “cuestión ideológica: enfrentar a las personas con los coches y pisotear los derechos de comerciantes, vecinos y hosteleros”. “Es un decreto esperpéntico y dañino” cuya intención es “destrozar las navidades”, y que llena de “indignidad” -sic, quizá para no decir indignación-: “los derechos, los tienen las personas para usar el coche para lo que sea…”
El Gobierno Municipal aclaraba que podrán circular autobuses públicos, vehículos de residentes, titulares de plazas de aparcamiento, taxis, motos, ciclomotores, bicicletas, autobuses de turistas Madrid City Tour, unidades móviles audiovisuales, turismos cero emisiones, quienes accedan a hoteles y porten maletas y bultos pesados, vehículos de servicio público, y los que a criterio de los agentes tengan un interés general o urgencia inaplazable.
El Gerente de la EMT, Álvaro Fernández Heredia, dijo que hay que evitar la alarma social, que se reforzará el servicio de autobuses urbanos desde el primer día; y de momento, se emplearán tantos vehículos como en las obras de la Línea 1 de Metro. Se reunirán la EMT y el Consorcio Regional de Transportes, para decidir la magnitud del operativo, que ha de ser “en función de la demanda”.
Según el Decreto, los cortes -del 2 al 11 de diciembre, el fin de semana del 16 al 18, y del 23 hasta el 8 de enero-, son antesala de un plan de restricción del tráfico en la zona centro para enero de 2018, es decir, dentro de poco más de un año. La medida “pone de relieve la importancia de esta avenida emblemática” y tiene como finalidad “ganar espacio para los peatones”, y prueba “el nuevo concepto de Gran Vía”, otorgando importancia a las calles peatonales. La red de Metro incrementará en un 50% su servicio, y en algunas líneas un 100%.
Si bien no se trata de un proyecto usual, tampoco es insólito: El exalcalde Alberto Ruiz Gallardón, en enero de 2004, ya introdujo una medida similar, cortando el tráfico de dicha vía durante cinco domingos. Siendo del mismo partido de Aguirre, no tendría sentido gritar tan alto, mas razones personales lo explicarían parcialmente:
    Después de una lucha encarnizada en las elecciones municipales de mayo del pasado año, en las que Esperanza Aguirre atacó a Carmena y a Ahora Madrid, su formación, y con ellos a Podemos, calificándoles de comunistas bolivarianos, llegó a lo que luego lamentaba la actual alcaldesa: no era necesario llegar a la calumnia, “pues tiene un efecto boomerang”, y es que durante y después de los comicios, dedicó la líder del PP mucho esfuerzo a atacar personalmente a su rival: Que Carmena había obtenido el puesto de jueza por el cuarto turno, es decir, sin oposición, de lo que hubo de disculparse, también personalmente, mediante conversación telefónica, alegando recoger una noticia errónea de hacía veinte años; también aireó el asunto que afectaba al marido de M. Carmena, por entonces en vía judicial, y acusó públicamente a la pareja de alzamiento de bienes, asunto que más tarde fue sobreseído. Al acabar las elecciones, intentó formar un frente común entre PP, Ciudadanos y PSOE que cerrara el camino al gobierno de Ahora Madrid, por no estar, dijo, “en nuestro sistema democrático”. En julio pasado, la portavoz del PP en el Ayuntamiento acusó a la alcaldesa de “adoctrinar niños”, “narcotizar a la población con propaganda sectaria”, y aplicar un “programa de gobernanza de Lavapiés” que “sigue el modelo bolivariano de los soviets”.
    En parte, todo este comportamiento podría ser explicado como una “pataleta”, como así calificó Carmena su cerrazón al no aceptar los hechos consumados. Bien es verdad que el PP fue la lista más votada en Madrid, aunque por poco, pero lo cierto es que perdió la mayoría absoluta de que gozaba y con ello fue desbancado del gobierno municipal que desempeñó durante casi un cuarto de siglo.
El anuncio, tras despertar del sueño del poder, de que iba a ejercer una oposición constante y muy activa, fiscalizando en todo momento al gobierno municipal, da idea de su firmeza y su convencimiento de que es la política a seguir; de ello da cuenta su trayectoria.
Otra cuestión es si le mueven circunstancias personales: La localización de su domicilio muy cerca de Gran Vía, camino casi obligado para dirigirse a él, por lo que la disminución actual de carriles de circulación a dos, y la reducción de la velocidad a 30 Km/h, entorpecería unos desplazamientos en su propio automóvil, reclamando “los derechos que tienen las personas para usar el coche para lo que sea…”. Si a esto se añade que el proyecto contempla la peatonalización de la Vía dentro de poco más de un año, aclara muchas cosas.


Pero no sólo se mueven dos personas en el cuadrilátero: Los gallitos del corral, los partidos, están enfrentados desde hace mucho tiempo. Se trata de una guerra de base ideológica, que se manifiesta en una lucha por el poder áspera, dura y actualmente irreconciliable, que se manifiesta en todos los ámbitos, y el municipal no iba a ser para menos.
Actualmente, el gobierno municipal de Ahora Madrid ha abierto una comisión de investigación de irregularidades en la gestión de los negocios públicos de los anteriores gobiernos de Alberto Ruiz-Gallardón y de Ana Botella, estudiando todo lo relacionado con la sociedad que construyó, mantiene y explota la Calle 30, obra que endeudó Madrid. Cuando en 2015 la izquierda llegó al gobierno, la deuda ascendía a unos seis mil millones de euros, un billón de las antiguas pesetas. Aun siendo la empresa mixta, -pública y privada-, la deuda fue subrogada al ayuntamiento, borrando sus números rojos. Del pago de impuestos, tasas… se ocupaba sólo el Municipio. Se estudian posibles irregularidades en la gestión de Mercamadrid, el estadio de tenis Caja Mágica, o el gran Palacio de Cibeles, que adquirió Gallardón como sede del Consistorio.
El Ministerio de Fomento del Gobierno de Mariano Rajoy, recurrió el veto que había acordado Ahora Madrid al macro proyecto urbanístico Operación Chamartín, y su Ministro Montoro, de Hacienda, intenta echar abajo los Presupuestos Municipales, aplicando a rajatabla las leyes de sostenibilidad financiera. A pesar de que las cuentas del ayuntamiento tienen superávit, Carmena va a aumentar en 124 millones el gasto social en 2017, se ha reducido la deuda contraída por anteriores gobiernos a un ritmo no previsto por sus predecesores -a final de año se adelantará el pago de 344 millones de euros, y en un año y medio se habrá rebajado en 1793 millones-, Montoro, insiste en que el gasto no puede aumentar actualmente más de un 1,8 %.
Así, sobre el ring siguen golpeándose los contrincantes: Se investiga la relación de los anteriores gobiernos con la mafiosa Trama Púnica, la adjudicación de 32 millones a empresas de esa trama; el Ministerio de Hacienda no va a aprobar el Plan Económico Financiero del Ayuntamiento…
Mientras, miles de afectados por la venta irregular de pisos de la Empresa Municipal de la Vivienda, que llevó a cabo el gobierno del PP anterior, se disponen a pasar un invierno de penalidades bajo amenaza de desahucio, con la congoja de que las casas donde se alojan fueron mal vendidas a fondos buitre sin las garantías legales correspondientes. Pero es un mal menor: Muchos compañeros ya fueron lanzados de sus domicilios a la calle.
Sólo queda apretujarnos unos contra otros, a ver si a mí o a ti no nos llega el día… ¿O no…?

jueves, 24 de noviembre de 2016

A casi dos semanas de tu marcha

[Texto que precede en el tiempo al anterior]

¿Por qué tiene que pudrirse el cuerpo de una madre?
¿Por qué ha de descomponerse un cuerpo tan querido, que fue mi primera morada, que albergó el vientre donde fui creado, concebido, donde me convertí en un ser humano, en cuyo líquido amniótico fui tan feliz y disfruté de tanta paz que no recuerdo siquiera, cuyas atrayentes reminiscencias me retrotraen a un paraíso perdido del que recién nacido fui expulsado a este puñetero mundo de niños caprichosos que sólo quieren ganar y demostrar que son mejores que el resto…?
Y ahora, madre, ahora que ya no estás conmigo, una soga ardiente aprieta mi garganta y me conduce a tan mal trago que brotan las lágrimas y mi llanto se ahoga en un dolor, en una pena y en definitiva en un suspiro que no rearma sino rompe, que me destroza lentamente cuando siento cómo tu querida carne, la carne de mi carne y de la de mis hermanos, la sangre que nos alimentó y animó, acrecentó nuestros organismos, nos moldeó como obra tuya, se consumen en la pavorosa oscuridad de una tumba fría y húmeda como la piedra cuando llueve…
Y yo no puedo consentirlo. No puedo aceptar que aquellas manos que acariciaron mi cabecita de niño cuando me consolabas, en este momento se hallen yertas, heladas, sin la vida que me diste, sin tu sonrisa, tu palabra, tu voz de niña, que lo eran todo para mí en aquel tiempo, y aún hoy eres tan grande…
Y en esta tarde triste, cuando ya hace once días que te marchaste sin casi hacer ruido, te escribo a ti, madre, a ti que aquel día fatídico pedías que te arreglaran, que te dejasen guapa, quizá porque presentiste que todo se precipitaba, e ibas a ser expuesta durante veinticuatro horas a un público que acudiría a tu última actuación, tú que siempre fuiste tan coqueta…
La verdad es que te dejaron muy bella, parecía que te hubieran restado veinte años, y estabas tan bonita, tan digna, con tu melenita, elegante y ligera, distraídamente despeinada....
Y Juan Manuel y yo te besamos como si no hubieras muerto, con enorme amor y delicadeza, como si fueras la Blancanieves de tu cuento, de tantos cuentos con que lograbas que nosotros, tus tres hijos, comiéramos cuando éramos aún tiernos, pequeños. Cuentos que jalonaron nuestra infancia, leídos, relatados por ti, por nosotros, por los abuelos y por todo aquel que quiso acariciar nuestro atentos oídos con la sesión continua que hoy nos hace a los tres sentirnos unidos, hermanados en un patio de butacas, en que asistimos a la proyección de una película de la que has sido en muchos momentos protagonista muy principal.
Por todo ello, y porque no cabe en mí el sentir, y quedan cortas todas las palabras, es por lo que ahora busco un alternativo hasta pronto, un nuevo hasta luego que me permita seguir viviendo, soportando tu pérdida, tu vuelo hacia lo infinito.
Debería estar contento mas ¡Qué triste, qué doloroso es que llueva estas jornadas!, porque sé que tú y mi hermano pequeño estaréis mojándoos boca arriba… y yo, empático, mojo mi rostro inquieto con lágrimas que brotan del manantial de unos ojos cansados de haber visto demasiado, de haber contemplado tanto pesar como el que mis cuencas vacías captaron a lo largo de los años.
No. No me tocó precisamente la lotería, y sin embargo ésta y otras amarguras ornamentan de vida mi paso por la madre tierra por todos ultrajada. Una tierra nutricia y acogedora a la que -aun enredándose mi voz como yedra en antiguos, carcomidos muros-, te entregaste sosegada en aquella mañana de otoño que desde entonces es comienzo y es final, y quejido y nostalgia de la feliz primavera en que, con ojos como copas de árboles, vi tu cara sonriente por primera vez. Por fin, puedo asegurar que aquélla y tú ya sois la misma. Con ello, mi ardiente deseo se ha cumplido, y puedo relajarme en pos de un descanso que sólo tu paz puede otorgarme.


jueves, 10 de noviembre de 2016

Nueva vida

       Y sin embargo, tu muerte es nueva vida. Como el pájaro nervioso pía en el nido, como el tronco caído se cubre de musgo y líquenes, su madera se hace serrín, y los gusanos e insectos lo invaden, llegará el día en que un manzano enraíce en tu vientre fértil, y una Eva y un Adán, regresen al paraíso, ya maduros, ya hombres y mujeres hechos, preparados, como los hubiese deseado Nietzsche, que superan el bien y el mal del árbol de la sabiduría, integrando en ellos dioses y diablos, ya que toca la hora del principio del fin y del fin del principio, una nueva era en que las aves se posarán en nuestras frentes y las nutrias descansarán en el regazo de hombres que paren paz y son sensibles, y de mujeres que son heroínas y poetas, líderes y budas, monstruos temidos, y serios seres que emiten la última palabra de la historia.
       Y así despertarás, pues ya la muerte es vida, vida verdadera. Y una paz y un regalo continuos, permanentes, de fuerza y convicción acuden a mí desde tu tumba, una tumba alegre, de fiesta y guirnalda, y música de acordeón y pirotecnia.
       Y te amo. Y sonríes desde adentro, desde el fondo sonríes amorosa y pletórica, pues tu vida nueva ha comenzado y creo que no te queda más que amor.
       Y ya estamos en dos mundos, en dos orbes separados por una delgada cinta, que cuando es rebasada, no hay paso atrás, y la comunicación mediante palabras, va haciéndose cada vez más dificultosa, y sólo la escritura poética y la ensoñación, aunque sea despierto, nos siguen uniendo, acercando unas miradas, unas sonrisas y un amor que contemplan nuestros ojos. Y me lleno de suspiros, pues te quiero y te cuido como tú me cuidas y me quieres desde allá. Y todo sería paz y relajo si no siguiera llamándome esta vida, agitando mi cabeza, golpeando mi cuello para indicarme que estoy vivo y he de seguir estándolo.
       Como mariposa seca te fuiste de mi lado. Te llevó un viento ingrato, siempre traicionero, pues aunque en este caso se sospechase de su cercanía, ésta no era de ningún modo deseada; aunque ambos, tú y yo, nos encontrásemos sin fuerzas, y no pudiéramos luchar por mucho tiempo contra una enfermedad que te minaba, y cuyo hormiguero había urdido galerías a todo lo largo de tu cuerpo.
        Pero no nos rendimos, aun reconociendo los dos un enorme cansancio. Y vaya si estabas agotada: Tu corazón, tan amoroso siempre, no pudo más y dijo basta. Entonces fue cuando me llamaron, cuando me comunicaron tu deceso, pues tu paloma voló de manos del prestidigitador, casi justo a las doce, entre un día y otro, a la hora de las brujas, tú que nos relatabas aquel cuento de brujas pirujas ladronas de niños, cuando todavía lo éramos y comíamos al amor de las historias, al amor de una madre que siempre fue hogar, hasta que ella enfermó y fuimos raptados, arrancados de una infancia casi feliz para sobrevivir en un internado del que recuerdo el frío patio, la pluma del hermano encargado de nosotros los menores; las horrorosas cenas de huevos fritos helados y rígidos como cadáveres y patatas cocidas apestando a cagada de rata; la fila de retretes de hacerlo de pie, rebosantes de mierda y hojas de cuaderno sucias y charcos de orín; las varas de uno de los maestros, que rompía en las espaldas de sus alumnos; los aviones de papiroflexia con que competíamos y que nos hacían sentir algo de libertad; los juegos y las carreras; el cambio de cromos, trueque amistoso; las peleas cuerpo a cuerpo, los golpes y la ropa, blanca de polvo y tierra; las idas y venidas a toque de silbato; el cine en el salón de actos; la luz roja de los dormitorios colectivos, la prohibición de mear durante la noche; las desagradables palmadas del hermano, de un lado al otro, despertándonos: la natural resistencia a obedecer y la tendencia a cerrar de nuevo los ojos y soñar, huir de una realidad de encierro y condena a la rígida disciplina nacional católica.
       Y te cuento estas cosas, no para que te sientas culpable, sino para que sepas con qué relacionamos, tus hijos, tu falta, la carencia de tu persona, que ahora se hace inevitable y definitiva, madura, de encuentro del sosiego y colmo de la reintegración de mi ser.

        A una semana del día de los difuntos, anticipando mi primera visita, te digo gracias, y en nuestro amor me reconstruyo y me hago un hombre. Gracias, madre, por darte a conocer. Eres quizá lo más interesante de mi mundo, y la persona a quien más he querido a lo largo de toda mi vida.

miércoles, 12 de octubre de 2016

Adiós es hasta pronto

Me recuerdo enamorado el día aquel en que entre tú y yo, madre, mediaba una pelota blanca con rayas rojas, y sonreías desde la plenitud que dan los treinta años recién cumplidos, inmersos en una primavera pujante, feliz.
Pues sí: Éramos felices ambos, entonces. Todavía no había llegado ningún sinsabor de los que luego nuestras bocas andarían ahítos, cada vez más dados a degustar, asimilando, un veneno que nos probaría como personas, y aún comprobaría el alcance de nuestro amor al ser humano, a nuestra familia, y nuestro mutuo pacto, promesa inquebrantable.
Pero, ni fuimos el Santo Job, ni honramos hasta sus últimas consecuencias un amor al prójimo obligado por las enseñanzas recibidas, que creíamos seguir a rajatabla.
Todo fue de modo diferente al previsto, porque en el crecimiento personal equivocamos el lugar de ese centro desde el que debíamos partir hacia lo más próximo y hacia el mundo, y nos olvidamos, en un polvoriento camino, con las sandalias cubiertas de desierto, de nosotros mismos.
Nos entregamos al otro no recordando quienes éramos ni quienes fuimos en otras épocas, mitificando nuestro pasado y, quizá convirtiéndonos en nuestro peor enemigo, olvidando que incluso a él había que amar.
Y sufrimos. Sufrimos largos años el dolor de la pérdida en páramos malditos, y encierros en demoníacos laberintos.
Pero de la mano, haciendo de lazarillos el uno del otro, conseguimos por fin hallar la senda del buen camino… Y cuando, a la vuelta de los años, después de reencontrados nuestros seres, continuamos amándonos y cuidando el uno del otro, llega hoy la hora de una breve despedida, pues tú cruzas la puerta por la que todos hemos de discurrir en una ocasión. Y yo te digo adiós, con estas palabras que pronuncio. Y grito que te amo. Que aunque me duela desde ahora, y por poco tiempo, tu pérdida -pues la vida es corta y este distanciamiento, pasajero- presiento cercanas las mieles de un regreso a esa infancia feliz, en que el tiempo queda detenido en una fotografía vívida: Tú, sonriente, con tu pelo enmarcando una sonrisa; Chichito, como me llamabais cariñosamente, contemplándote extasiado; y la dicha envolviendo un segundo, unos instantes, unas horas de unos días en que éramos nosotros, y la paz y el amor eran dos pares de ojos brillantes que se besaban en la ternura de sus párpados, en el relajo de sus comisuras, en el placer del reflejo de una madre y un hijo en un juego de oscuros espejos y pupilas que sueño en tu regazo. Adiós, madre: Conmigo vas… Y yo, sereno, recojo mi tienda; mi mochila alzo; comienzo a caminar.

jueves, 6 de octubre de 2016

Lo excelso

Y ¿En qué consiste el comienzo de lo excelso para un hombre? Creo que para un hombre -me parece que no tanto para una mujer-, naturalmente, ese comienzo se traduce en dejarse al fin sentir.
Hoy, -y creo a pies juntillas en la purga Benito-, sospecho se ha adelantado el efecto que hará en mí el taller de teatro que esta tarde comienzo. Me ocurre a veces: Lo que me va a suceder, un analgésico que me dispongo a tomar, una práctica que inicio, un evento al que  asistiré, que luego he de experimentar como decisivo, significativo en mi vida o muy importante… Todas estas cosas, para mí tienen un efecto precedente similar a lo que experimentaré. Incluso si se trata de varias sesiones o jornadas, si de un curso, no recuerdo si de una carrera, supongo también que de toda mi vida, en su comienzo está contenido, como en un holograma, algo o mucho de lo sentido en su culminación, de forma que todo antecede, anuncia lo posterior, y no hay un antes y un después, sino que todo en el decurso está imbricado, engarzado y unido, -en la joya de los instantes vividos-, y así un suceso tardío puede explicar, justificar la existencia de otro ya pasado, como si el devenir pudiera marchar, como creo que es el caso, de delante hacia atrás y de atrás hacia delante, pues algún día el universo se contraerá, y si no -cuán poco sabemos de nada-, la cuestión es que sentimos estas cosas: un atávico escalofrío al rozar el comienzo de una balaustrada cuya escalera conduce a la infancia o a los momentos previos a nuestra muerte…
Y volviendo al comienzo: Sí. Hoy por primera vez en muchos años, he sentido, que es: me he sentido a mí mismo. Para un hombre más o menos heterosexual como yo, educado como yo lo fui, es mucho sentir; pues el estereotipo de esta clase de hombres -y me atrevo a decir que no son ya otra cosa más que eso: Un estereotipo- identifica su sentir en la erección, el deseo urgente, varios empellones y un derramarse agarrado a unas nalgas, a unos pechos, un vientre y una cara y un cabello también estereotipados e idealizados, y una sonrisa que queda marcada hipnóticamente a sangre y fuego en su mente, galardón imprescindible para autoconsiderarse macho de la especie. De modo que su sentir está identificado con ese placer más bien breve, apresurado, estresante, y así se explica un poco la mitificación del cuerpo femenino y no de su alma o de su mente, el amor obsesivo que nos embarga, la preeminencia de la vista sobre la imaginación, el recogimiento de la sensibilidad en el aparato sexual -todo se fue al carajo-, que debiera repartirse por todo nuestro ser, no únicamente en el plano corporal… Pues bien, yo, como hombre, como digo: más o menos heterosexual, hoy, presintiendo, sospecho, lo que habrá de suceder esta tarde en el taller de teatro, e, inmerso en una sentada meditativa, me he permitido sentir -aunque es verdad que en estos días, cuando visitaba los chakras, acudía al corazón de un modo más especial, y con otra forma de recalar, otra búsqueda, diferentes planteamiento y consideración, quizá, y ésta pueda ser la clave: con más amor-.
Todo ha partido -si es que algo comienza alguna vez- de la comisura externa de los ojos, de los párpados, en una escenificación de la sonrisa placentera del pacer en dulce hierba bajo el sol de otoño, en el silencio acompañado por el violonchelo de Casals, que luego haría enaltecer mi ánimo y mi mente, y que en ese sentimiento que se extendía por mi cuerpo, mi escritura escucha en coincidencia cronológica, estando todo sincopado en una sincronía de voces, letras, sonidos, sensaciones, amor y deseo que se aúnan y reverberan en el sentir de un hombre que ha comenzado definitivamente a serlo: Hoy, soy por fin un verdadero hombre, porque siento. Hoy comienza en mí lo excelso.

miércoles, 28 de septiembre de 2016

Tu viaje en soledad

Despídete de tus compañeros, pues, como bien hecho está, y disponte al viaje acompañada del sol, la luna, las estrellas y de cuantos se presenten a lo largo del camino. En él la vida está contenida como en un holograma; los fractales son instantes; su representación simbólica, el mandala; su latido, caminar. Que la música te acompañe, sean favorables los vientos, y cuando no, que encuentres buen resguardo. Salud.

sábado, 17 de septiembre de 2016

El día de nuestra vida

Escucho ritmos africanos, mezcla de instrumentos tradicionales y modernos, la música inspiradora y la voz de Rokia Traoré, bella como la mujer que es.

La vida sigue ofreciéndome una segunda oportunidad. Y no voy a desaprovecharla, no voy a echar por tierra sino semillas que sean germen de vida y esperanza, de reencuentro del camino, de sal de la existencia, de amor entre las flores, de alegría en el devenir, creación de obra responsable, y consciencia hasta la muerte.
Eso le dije ayer a mi madre: Madre, no puedes seguir en una vida irresponsable, hemos de afrontar el presente y lo que vaya viniendo, conscientemente, incluso el final. Incluso el cristiano, ha de desear una llegada ante Dios despierta....

Creo que todos, si pudiéramos sentir auténticamente lo que yo trato de expresar en este instante, tomaríamos las riendas, en un desperezarse ante El día de nuestra vida.
Es un día especial. De él no sabemos nada, ni siquiera lo que somos durante su transcurso cada uno de nosotros. No conocemos la madrugada ni el alba, ni los colores del amanecer. Ni cuántos ni cómo son los soles que alumbran unos campos ignotos, misteriosos. Desconocemos igualmente los aromas de sus bosques, de sus junglas, el olor a tierra mojada tras la tormenta en sus sabanas; el sestear de la fauna a mediodía, el bullir de los insectos en jornadas extremadamente calurosas; el picor que nos producen los parásitos, demostración de vida, y en fin, la extraña duración de esas tardes de tedio que presagian la mayor cercanía del final; el frescor de sus arroyos, la pureza de sus manantiales, la belleza de las hembras, su sensibilidad e inteligencia serena; la ternura común ante los cachorros, la mirada limpia y clara de unos ojos extáticos ante el amor a la paz, y la paz tras el amor; el anhelo y la búsqueda de una sociedad libre, sin tensiones ni contradicciones, racional -como lo hemos de ser nosotros-, y al mismo tiempo emocionalmente inteligente, que nos lleve, hasta el final escrito, ahora sabios, que habiendo superado el sufrimiento, no temen ni ven diferencia entre las dos damas, la blanca y la negra, y que van de unas a otras manos sin trance ni sobresaltos, pues madre y esposa son cada una de ellas. Encontraremos la alegría y la pasión por la vida, y las verdaderas razones para respirar el necesario aire, que justifican nuestra existencia y que son las mismas que dan sentido a nuestro final. Muero por lo que me mantiene vivo; me aferro a la vida por aquello que vale la pena perderla. Todo nos invita, así, a permanecer conscientes. Soñando, sí. Pero atentos. No perdiéndonos ni una coma, ni un destello de la aventura, de lo sentido; disfrutando plenamente del bocado de fruta paradisíaco. Pues del Edén, jamás fuimos definitivamente desterrados...

...Y en este momento, mágicamente, resuena al aire de la mañana, bella también, Fatoumata Diawara, acompañada de Roberto Fonseca. Me decido a bailar...


martes, 13 de septiembre de 2016

Salud: Creencia, creación y crecimiento.

La psicología tradicional estudia y trata casi exclusivamente las neurosis -para la Gestalt, fijaciones a un carácter determinado (Eneatipos de Claudio Naranjo)-. Pretenden que el sujeto se tambalee, encontrar en sus momentos críticos, partes dañadas, contracturadas, anquilosadas, y luego, conseguir calmar un tanto el dolor, e ir desplegando el recortable. En último término, el paciente debería aprender a plegarlo y desplegarlo él solo, a voluntad, con todas sus espinas, sus plumas, sus pieles y sus garras; picos, aletas y colmillos; barbas, cerebros múltiples, extremidades y colas… Es decir: Todas las posibilidades de ese monstruo alado que podemos llegar a ser, con multiplicidad de utensilios, vehículos, disfraces, no identificándonos especialmente con algunas de estas herramientas, sino con todas, siendo mujeres y hombres orquesta, ulises que han vuelto de su viaje tenaces y sabios, sintiéndose libres, con gran soltura y fortaleza de junco, fuertes y seguros, para jugar todos los partidos de la vida, empleando los utensilios apropiados, acordes a cada necesidad, superando el enganche a un carácter concreto, culminando finalmente en el crecimiento personal, brotando seres realmente maduros.

El final, la tierra prometida para el psicótico ha de ser la misma. Pero el esquizofrénico, por ejemplo, comienza su andadura roto, fracturado, con un ser, no ya con grietas o agujereado, no sólo plegado, sino destrozado, deshecho, desmontado y extraviado en el laberinto. Habrá que ir facilitándole, pues, el reencuentro, la recuperación de las herramientas perdidas, en una recomposición o rearmado del carácter, de la mente, del cuerpo y del alma cuyos trabajos él mismo dirigirá -pues conoce el orden del desmontaje traumático-, dentro de un entorno caracterizado por el reencuentro del amor propio, confianza en sí y en todo, y generosidad, que le caracterizaron antaño; en la seguridad de que ayudarse uno a sí mismo, ayuda al otro a recomponerse también, y además en la certeza de que hay que saber soltar, permitir que algo se marche, pues todo vuelve reforzado, en un intercambio universal de partes: objetos energéticos, particulares y sensibles. El rearmado, aunque avance con pasos adelante y atrás es guiado por el sujeto, quien inconscientemente y con conciencia, a veces mediante la aparición de personajes ficticios o no, a veces míticos, a menudo convividos, debe ir realizándose en el entorno de una confianza mutua y plena entre terapeuta y paciente, paciente-sociedad, como característica importantísima que debe informar todo grupo y a la sociedad en su conjunto, que parte de la fe en uno mismo, y en la que se basa toda creatividad -que es juego, siempre terapéutico, enriquecedor- e indudablemente, todo crecimiento. Crezco y puedo crear porque creo en mí, porque tengo fe en ti, y tú me devuelves esa confianza plena que reforzamos amorosamente. En un mundo así, ni se enferma ni se sufre; al contrario: se respira creación, salud y crecimiento. Se representan en el interior de un círculo o una espiral, que gira hacia un lado o hacia el otro impulsado por el amor; resultando una sinergia enriquecedora, me atrevo a decir que con fuerzas centrífuga y centrípeta, que nos abren a lo externo, o nos devuelven a nuestro interior; apertura y cierre, contacto y retirada, cuyo fin es encontrar la alegría, la pasión y la sabiduría vitales.

      (Modelo de salud helicoidal. Gira a derecha e izquierda. El motor es el amor).

jueves, 8 de septiembre de 2016

Toda tu vida es un poema

         Estoy ansioso, en esta madrugada, después de oír a jóvenes poetas recitar sus versos sentidos, sus versos etílicos, su sed de justicia, de vida que retumba en los estómagos, de amor que no cabe en sus pechos, en sus vientres, de amistad de todas las manos. Buscan paz donde otros quieren guerra, y en cambio declaran guerra permanente a la hipocresía, al abuso de poder y al poder mismo, pues el poder político no es pujante, sino castrado y castrador, opuesto a dar la cara, al amor pleno, la sonrisa abierta o la autenticidad de quien besa cuando desea besar.
         Sí, y por ello estoy ansioso, porque sois así y vuestra poesía sabe a calle recién asfaltada, y a chapa de desguace, a graffiti valiente, a alcohol y drogas, a sufrimiento de noche desvelada bajo fragor de coches conducidos por locos de ojos blancos vestidos de uniforme.
         Y para mí, que no pude disfrutar de mi juventud, pues estrictamente carecí de ella, que era un joven sin alma, sin ánimo, sin fuerzas ni confianza, falto de expresividad, de amores, de orgullo: Incluso la dignidad, sentía haber perdido… Ahora que va instalándose mi ser en el hostal de la madurez ya avanzada, conservo aún y para siempre la fe en los jóvenes y en su poesía, llena de amor a vida o muerte, y un desamor que sufre como ante el hacha del verdugo. El todo o la nada, la pasión plena y descarnada de noches de cerveza y mañanas al sol de invierno, sin haber pegado ojo...
          Porque no dormís cuando veo vuestros ojos prendidos en las estrellas. Pero sí soñáis. Y vuestra película es tan verdadera, que no se parece en nada a este puñetero mundo de basura que os dejamos. No vivís por y para el dinero, como el resto, y morís a cada hora por una mirada, por la sonrisa de un amigo. Por todo ello, me considero en desventaja, porque no he disfrutado de la vida, y vosotros gozáis sin medida cada instante, excepto cuando entre vuestras costillas dispara el dolor. Pero en uno u otro caso vuestra vida es un poema.



          (Para ilustrar lo que siento, me permito, de nuevo, la lectura de un pasaje de Las Ciudades Invisibles de Italo Calvino, quien lo expresa mucho mejor):

Las ciudades y la memoria. 2.

Al hombre que cabalga largamente por tierras selváticas le acomete el deseo de una ciudad. Finalmente llega a Isidora, ciudad donde los palacios tienen escaleras de caracol incrustadas de caracoles marinos, donde se fabrican según las reglas del arte largavistas y violines, donde cuando el forastero está indeciso entre dos mujeres encuentra siempre una tercera, donde las riñas de gallos degeneran en peleas sangrientas entre los apostadores. Pensaba en todas estas cosas cuando deseaba una ciudad. Isidora es, pues, la ciudad de sus sueños; con una diferencia. La ciudad soñada lo contenía joven; a Isidora llega a avanzada edad. En la plaza está la pequeña pared de los viejos que miran pasar la juventud; el hombre está sentado en fila con ellos. Los deseos son ya recuerdos.

martes, 30 de agosto de 2016

Historias de Don Alfonso de Madriz

De lo que trujo un día a Don Alfonso a casa ajena, y de lo que allá comió y bebió.

Mal aire, no es el que viento provoca, sino aquel que acudió a mi boca, tras consumir las torpes viandas que en vuestra casa prepararon, Clarisa, en tan funesta hora, que pienso celebrar la fiesta, de hoy en adelante, año a año, como semana de duelo, pues terminé la jornada con truenos y fuegos artificiales, que remediaron galenos con tisanas de amargas hierbas, ventosas, sangrías y otros tormentos, y recobrar color una pizca, me llevó siete días, con sus noches que pasé todas en vela, tanto así que quedé sin parafina, y vos del todo muerta, pero que muerta de risa.
En mala hora acudiera a vuestra cita, que anunciabais cual banquete, Clarisa, pues lo que allí vi, oí y aun probé, no se parece en nada a lo que se acostumbra en salones y comedores a la hora del manjar. Y ya a varias cuadras de distancia era anunciado con bombo y platillo lo que después llegaría, y perdonadme ahora porque saltan lágrimas al rememorarlo, que es doloroso saber que se pudo evitar mi posterior malandanza, pues a dos manzanas del fatídico destino, ya empezaron para mí los mareos a causa de los efluvios que vuestras cocinas exhalan: señales de un ángel que acudía tratando de evitar lo irremediable. Y ya desde la lejanía, los muros hacíais temblar con carcajadas y risas.
Así pues, os relamíais, Clarisa, mucho antes del disfrute que os produjo me sentara a vuestra mesa. Más ninguno de los presentes en esa pantomima, creyó que iba yo a comer ni a beber cosas ni medio sanas, y sin embargo todos seguros estaban de que cumpliría lo pactado en perdida apuesta y no pondría reparo en recibir como pastelillos lo que vos ibais a perpetrar.
Al entrar, os dije: "Comer en vuestra casa, válgame Dios, me duele. Y no porque mi bolsa rasque, pues si pagando me eximiese de mover aquí el bigote, vaciara yo con gusto monedero, cartera y aun devorara mi chequera, y ansí con ello evitare sentarme ante vuestra mesa"
"Pero carta en la mesa está presa" contestasteis. "Y lo prometido es deuda, Don Alfonso, y lo habréis de cumplir"
"Más que promesa fue apuesta" dije. "Pero en asuntos de honor tanto vale en una como en otra, y he de cumplir mi palabra, aunque se me vaya en ello la vida"
"Patas abajo se os irá y con mal olor" respondisteis vos, y es de aclarar ser verdad que por mostrarme hombre valiente y de palabra, a luego hube de cagarme (y con perdón).
Pavor dábanme las servilletas escuras, que de cubiertos, mantelerías y copas parecían plañideras. Era todo mohoso e infecto, tal es así que no había espacios entre los tenedores, ni hueco en cucharas para meter la sopa, de sucios que se encontraban, pues de alacenas os servían, guardando comida atrasada, seca y más que curada y fermentada. No valían para otra cosa, tan romos cuchillos en esa vuestra mansión, sino para rascarse la espalda, y para ello vos los usabais, a mi vista, mientras presumíais desconocer el jabón.
Horror producían las bebidas, que la sed multiplicaban, tan picantes. Las verduras y las sopas no asustaban por ellas mismas, mofándose de la justicia bajo una capa de grasa gruesa que no podía oler más rancia. De la carne no tuve queja en un primer momento, hasta que espantado vi por sus restos, con los se os antojó decorar sillas y mesas, de qué monstruos se trataba. Del pescado, mejor no hablar, sólo que debió de robarlo del mar el joven Matusalén.
Tras la ingesta, me sacasteis de la mansión en volandas, llevándome sobre dos andas que las llaman parihuelas. Portábanlas mayordomo, cocinero y dos doncellas, y nos seguía en cortejo un grupo, desaliñado, de descarados criados, a quienes considero con razón mis verdugos, bailando todos al son de los alaridos que, pobre de mí, profería a voz en grito, pues me veía ya en la caja do nos guardan para San Pedro, regalados. Y vos chillabais: "¡Me meo!". Y yo añado ahora, Clarisa, que os mearais o no, sería sin duda de risa. (No puedo decir lo mismo).
Pero, al fin, aquí estoy: Vivo, aunque no sano, pero estoy. Y mi palabra he cumplido. Queda la flecha en vuestro jardín clavada. Os toca ahora cumplir con el resto de lo pactado.

domingo, 21 de agosto de 2016

El desván de mi infancia

Siempre fui un niño de ciudad, de la capital, o de "Madriz", como todos los de aquí pronunciábamos, no iba a ser yo menos, hasta que los colegios de curas consiguieron desnaturalizar mi habla local, y obediente, terminé pronunciando la D final, siempre de forma redicha y artificiosa. Luego vendría mi educación laica, casi a la muerte del dictador, pero ésta es historia de otros días.

Nací en Madrid, en los inicios de los sesenta, por lo que recuerdo aquellos taxis 1500, negros y con una línea roja horizontal. Tampoco se me ha borrado de la mente aquel Metro antiquísimo, de trenes de ruido ensordecedor, en los que muchos fumaban, a pesar de estar prohibido bajo multa de cinco pesetas. En los andenes y en los pasillos, en cambio, sí se podía fumar, y todos lo hacían. Eran los tiempos de los Ducados, los Celtas... A las mujeres se les recomendaba el tabaco mentolado. El machismo era entonces enorme: ellas eran el sexo débil, condenadas a depender del padre y luego ser propiedad del marido, en una eterna infancia.
Muy tierno aún, conocí la subida del billete de metro de dos a tres pesetas: Un cincuenta por ciento, de golpe. Una burrada...
Sí, era un niño de la capital, y sin embargo lo que con más cariño rememoro eran los viajes a localidades pequeñas, en las que los chicos vivían en plena libertad, asilvestrados. Envidiaba a los compañeros de colegio que podían marcharse a su pueblo a la menor ocasión: "Yo no tengo pueblo" les espetaba, esperando me aclarasen el alcance y gravedad de mi carencia . Y ellos, doctores, únicamente me observaban un rato con aire de conmiseración, ya desahuciado.
Pero, como digo, a veces tocaba la lotería -es un decir-, y me acogían unos días en el pueblo de unos amigos, o en el de mi abuela paterna, y entonces era el summun, lo máximo a lo que en vida podía aspirar un mozuelo. Tanto en el campo como en el pueblo, podía literalmente perderme, y no pasaba nada. Me dedicaba a reconocer por sus nombres, o de vista, a todos los abundantes perros y gatos que deambulaban por las calles. Acuden a mi memoria olfativa muchos aromas, y entre los intensos y buenos, por encima de todos, destaco el del horno de pan, lugar de encuentro.
Consciente de que los vecinos eran extremadamente ricos en tiempo y en silencio, me permitía observar, y aun oír, el vuelo de las moscas, pletóricas y acaloradas, que, al vaivén de su danza juguetona, esquivaban los ataques de una pequeña mano, contumaz en su intento de cazarlas.
Pero lo que más añoro, ya no me cabe duda ninguna, por el enorme disfrute y el misterio que siempre conllevó, era la subida, sin permiso expreso, solo o en compañía de mis hermanos, al desván o sobrado. Había que remontar todas las escaleras de la casa, y al final, en la cumbre, estaba el lugar secretamente deseado. En él todo era posible, y se hallaban, en desorden, toda clase de objetos: barajas de cartas, mazorcas de maíz o ristras de ajos, partituras, documentos cubiertos por el polvo, alguna bicicleta o triciclo incompletos, sillas desvencijadas, juguetes rotos y huérfanos, libros descuajaringados, loza sucia, también llena de polvo, aceiteras y aplicadores de lubricante con fuerte olor a grasa rancia, cucarachas muertas, pocas, y arañas vivas, carnívoras, tramperas al acecho, que hacían mis delicias en una fobia hipnótica, y eran mis cómplices, pues guardábamos mutuos secretos... En el trastero se respiraba magia, se consumaban verdaderos sortilegios, y yo tenía la certeza de que dicho apartado había sido creado para gente de mi altura corporal, amante de la esotérica alquimia, cualidad que pierden todos los seres humanos cuando se hacen adultos.
De improviso, me llamaban desde abajo, y yo corría, y al llegar a la puerta giraba en redondo, y daba un último vistazo al desván, bajando las escaleras con la firme intención de no revelar, ni bajo tortura, lo visto, olido, y presentido en ese lugar, vivencias que quedarían bajo llave en mi cerebro y en el cada una de las arañas de ocho largas patas y cuerpo de calavera, que al fondo, entre cachivaches, sonreían misteriosas....

miércoles, 17 de agosto de 2016

¿Por qué hay días en que me siento ardilla, y no hombre?

          ¿Cómo estás, Maestra? Yo, un poquito bajo de ánimo y de energías. Creo que he tirado mucho de mi cuerpo y de mis fuerzas. A veces no puede uno con todo.Todo es siempre demasiado para uno. Sobre todo cuando alguien de nuestro derredor anda enfermo -en mi caso, mi madre- y se agarra para no ahogarse, y aún da manotazos que dificultan su salvamento. No siempre me encuentro tan recio, a veces tengo heridas abiertas... Y no es sólo dolor lo que sufro, sino pérdida de fluidos vitales.

          Hoy a ratos me llama la meditación. Pero, Maestra: meditar para estar bien, sin más, no me parece del todo lícito (lo veo algo egoísta). Tengo que encontrar motivos, chispas que verdaderamente enciendan esta leña ahora mojada por el día a día.

          Cuando uno tiene un cuenco lleno de nueces, frecuentemente lo visitan, y cada uno se lleva una, o dos, para ellos o para familiares o amigos muy queridos. Como son buenas nueces y suelo tener muchas, no importará que tomen unas pocas.Pero en algunas temporadas, éstas se reponen a un menor ritmo del que son consumidas, y me veo, en momentos de crisis y de fractura de mi integridad, sin alimento.            Lo paso mal, entonces. Paso hambre o sed espiritual, y he de replantearme mi vida, o aspectos de mi vida, de nuevo.           Hasta que vuelva a recolectar nueces, u otro alimento, lo pasaré mal. Es una de las leyes de mi devenir, o por lo menos desde hace muchísimos años.          Quiero llegar a tener para dar y tomar. Pero eso requiere seguir creciendo. En ello estoy.
          Mi compañera me recuerda que tengo amigos que me aman y me dan también: Son generosos.
Lo he de tener presente. Y, aunque sé que me cuesta pedir, es justo agradecer su apoyo, y aceptarlo; beber también a veces de sus fuentes, ser comensal en sus banquetes. Tengo, en definitiva, que reconocer que me rodea buena gente, grandes personas. Esto podrá servir de escala cuando caído vuelva a encontrarme en pozo oscuro.

          Gracias, almas blancas, amigos entrañables, pues la cercanía y el amor que nos unen se acrecientan, día a día, entre sorbos de vino y miel; ensaladas aliñadas con aceite, vinagre y sal; bocados salpimentados en una conjunción de sabores que es la variedad misma de la vida y hace que -si bien en ésta haya a veces amarguras y malos tragos-, vuestra conversación, la deseada compañía y los alimentos con que me regaláis, anfitriones, logran convertir mi estancia en este mundo en algo mucho más vivible, e indudablemente nada aburrido. Gracias a todos vosotros, y gracias a ti, Maestra, por escucharme. Callo, y atento estoy a tu palabra...


 








         
          Y tú, Maestra, me aconsejas que si ahora estoy en época de guardar, guarde... Pero, ante todo, que no olvide que puedo pedir también. Que sepa que no soy el único que es feliz dando. "Pues de egoístas es también guardar para sí tal bendición: La de dar. Pide y recibe".
"Te llevaré nueces cuando te vea" añades casi al final. "Muchas", te despides.
Y yo, vuelvo sobre mis pensamientos, sobre tus consejos y los de mi compañera, y es cuando hago consciente el porqué de sentirme hoy ardilla, y no hombre.