miércoles, 28 de septiembre de 2016

Tu viaje en soledad

Despídete de tus compañeros, pues, como bien hecho está, y disponte al viaje acompañada del sol, la luna, las estrellas y de cuantos se presenten a lo largo del camino. En él la vida está contenida como en un holograma; los fractales son instantes; su representación simbólica, el mandala; su latido, caminar. Que la música te acompañe, sean favorables los vientos, y cuando no, que encuentres buen resguardo. Salud.

sábado, 17 de septiembre de 2016

El día de nuestra vida

Escucho ritmos africanos, mezcla de instrumentos tradicionales y modernos, la música inspiradora y la voz de Rokia Traoré, bella como la mujer que es.

La vida sigue ofreciéndome una segunda oportunidad. Y no voy a desaprovecharla, no voy a echar por tierra sino semillas que sean germen de vida y esperanza, de reencuentro del camino, de sal de la existencia, de amor entre las flores, de alegría en el devenir, creación de obra responsable, y consciencia hasta la muerte.
Eso le dije ayer a mi madre: Madre, no puedes seguir en una vida irresponsable, hemos de afrontar el presente y lo que vaya viniendo, conscientemente, incluso el final. Incluso el cristiano, ha de desear una llegada ante Dios despierta....

Creo que todos, si pudiéramos sentir auténticamente lo que yo trato de expresar en este instante, tomaríamos las riendas, en un desperezarse ante El día de nuestra vida.
Es un día especial. De él no sabemos nada, ni siquiera lo que somos durante su transcurso cada uno de nosotros. No conocemos la madrugada ni el alba, ni los colores del amanecer. Ni cuántos ni cómo son los soles que alumbran unos campos ignotos, misteriosos. Desconocemos igualmente los aromas de sus bosques, de sus junglas, el olor a tierra mojada tras la tormenta en sus sabanas; el sestear de la fauna a mediodía, el bullir de los insectos en jornadas extremadamente calurosas; el picor que nos producen los parásitos, demostración de vida, y en fin, la extraña duración de esas tardes de tedio que presagian la mayor cercanía del final; el frescor de sus arroyos, la pureza de sus manantiales, la belleza de las hembras, su sensibilidad e inteligencia serena; la ternura común ante los cachorros, la mirada limpia y clara de unos ojos extáticos ante el amor a la paz, y la paz tras el amor; el anhelo y la búsqueda de una sociedad libre, sin tensiones ni contradicciones, racional -como lo hemos de ser nosotros-, y al mismo tiempo emocionalmente inteligente, que nos lleve, hasta el final escrito, ahora sabios, que habiendo superado el sufrimiento, no temen ni ven diferencia entre las dos damas, la blanca y la negra, y que van de unas a otras manos sin trance ni sobresaltos, pues madre y esposa son cada una de ellas. Encontraremos la alegría y la pasión por la vida, y las verdaderas razones para respirar el necesario aire, que justifican nuestra existencia y que son las mismas que dan sentido a nuestro final. Muero por lo que me mantiene vivo; me aferro a la vida por aquello que vale la pena perderla. Todo nos invita, así, a permanecer conscientes. Soñando, sí. Pero atentos. No perdiéndonos ni una coma, ni un destello de la aventura, de lo sentido; disfrutando plenamente del bocado de fruta paradisíaco. Pues del Edén, jamás fuimos definitivamente desterrados...

...Y en este momento, mágicamente, resuena al aire de la mañana, bella también, Fatoumata Diawara, acompañada de Roberto Fonseca. Me decido a bailar...


martes, 13 de septiembre de 2016

Salud: Creencia, creación y crecimiento.

La psicología tradicional estudia y trata casi exclusivamente las neurosis -para la Gestalt, fijaciones a un carácter determinado (Eneatipos de Claudio Naranjo)-. Pretenden que el sujeto se tambalee, encontrar en sus momentos críticos, partes dañadas, contracturadas, anquilosadas, y luego, conseguir calmar un tanto el dolor, e ir desplegando el recortable. En último término, el paciente debería aprender a plegarlo y desplegarlo él solo, a voluntad, con todas sus espinas, sus plumas, sus pieles y sus garras; picos, aletas y colmillos; barbas, cerebros múltiples, extremidades y colas… Es decir: Todas las posibilidades de ese monstruo alado que podemos llegar a ser, con multiplicidad de utensilios, vehículos, disfraces, no identificándonos especialmente con algunas de estas herramientas, sino con todas, siendo mujeres y hombres orquesta, ulises que han vuelto de su viaje tenaces y sabios, sintiéndose libres, con gran soltura y fortaleza de junco, fuertes y seguros, para jugar todos los partidos de la vida, empleando los utensilios apropiados, acordes a cada necesidad, superando el enganche a un carácter concreto, culminando finalmente en el crecimiento personal, brotando seres realmente maduros.

El final, la tierra prometida para el psicótico ha de ser la misma. Pero el esquizofrénico, por ejemplo, comienza su andadura roto, fracturado, con un ser, no ya con grietas o agujereado, no sólo plegado, sino destrozado, deshecho, desmontado y extraviado en el laberinto. Habrá que ir facilitándole, pues, el reencuentro, la recuperación de las herramientas perdidas, en una recomposición o rearmado del carácter, de la mente, del cuerpo y del alma cuyos trabajos él mismo dirigirá -pues conoce el orden del desmontaje traumático-, dentro de un entorno caracterizado por el reencuentro del amor propio, confianza en sí y en todo, y generosidad, que le caracterizaron antaño; en la seguridad de que ayudarse uno a sí mismo, ayuda al otro a recomponerse también, y además en la certeza de que hay que saber soltar, permitir que algo se marche, pues todo vuelve reforzado, en un intercambio universal de partes: objetos energéticos, particulares y sensibles. El rearmado, aunque avance con pasos adelante y atrás es guiado por el sujeto, quien inconscientemente y con conciencia, a veces mediante la aparición de personajes ficticios o no, a veces míticos, a menudo convividos, debe ir realizándose en el entorno de una confianza mutua y plena entre terapeuta y paciente, paciente-sociedad, como característica importantísima que debe informar todo grupo y a la sociedad en su conjunto, que parte de la fe en uno mismo, y en la que se basa toda creatividad -que es juego, siempre terapéutico, enriquecedor- e indudablemente, todo crecimiento. Crezco y puedo crear porque creo en mí, porque tengo fe en ti, y tú me devuelves esa confianza plena que reforzamos amorosamente. En un mundo así, ni se enferma ni se sufre; al contrario: se respira creación, salud y crecimiento. Se representan en el interior de un círculo o una espiral, que gira hacia un lado o hacia el otro impulsado por el amor; resultando una sinergia enriquecedora, me atrevo a decir que con fuerzas centrífuga y centrípeta, que nos abren a lo externo, o nos devuelven a nuestro interior; apertura y cierre, contacto y retirada, cuyo fin es encontrar la alegría, la pasión y la sabiduría vitales.

      (Modelo de salud helicoidal. Gira a derecha e izquierda. El motor es el amor).

jueves, 8 de septiembre de 2016

Toda tu vida es un poema

         Estoy ansioso, en esta madrugada, después de oír a jóvenes poetas recitar sus versos sentidos, sus versos etílicos, su sed de justicia, de vida que retumba en los estómagos, de amor que no cabe en sus pechos, en sus vientres, de amistad de todas las manos. Buscan paz donde otros quieren guerra, y en cambio declaran guerra permanente a la hipocresía, al abuso de poder y al poder mismo, pues el poder político no es pujante, sino castrado y castrador, opuesto a dar la cara, al amor pleno, la sonrisa abierta o la autenticidad de quien besa cuando desea besar.
         Sí, y por ello estoy ansioso, porque sois así y vuestra poesía sabe a calle recién asfaltada, y a chapa de desguace, a graffiti valiente, a alcohol y drogas, a sufrimiento de noche desvelada bajo fragor de coches conducidos por locos de ojos blancos vestidos de uniforme.
         Y para mí, que no pude disfrutar de mi juventud, pues estrictamente carecí de ella, que era un joven sin alma, sin ánimo, sin fuerzas ni confianza, falto de expresividad, de amores, de orgullo: Incluso la dignidad, sentía haber perdido… Ahora que va instalándose mi ser en el hostal de la madurez ya avanzada, conservo aún y para siempre la fe en los jóvenes y en su poesía, llena de amor a vida o muerte, y un desamor que sufre como ante el hacha del verdugo. El todo o la nada, la pasión plena y descarnada de noches de cerveza y mañanas al sol de invierno, sin haber pegado ojo...
          Porque no dormís cuando veo vuestros ojos prendidos en las estrellas. Pero sí soñáis. Y vuestra película es tan verdadera, que no se parece en nada a este puñetero mundo de basura que os dejamos. No vivís por y para el dinero, como el resto, y morís a cada hora por una mirada, por la sonrisa de un amigo. Por todo ello, me considero en desventaja, porque no he disfrutado de la vida, y vosotros gozáis sin medida cada instante, excepto cuando entre vuestras costillas dispara el dolor. Pero en uno u otro caso vuestra vida es un poema.



          (Para ilustrar lo que siento, me permito, de nuevo, la lectura de un pasaje de Las Ciudades Invisibles de Italo Calvino, quien lo expresa mucho mejor):

Las ciudades y la memoria. 2.

Al hombre que cabalga largamente por tierras selváticas le acomete el deseo de una ciudad. Finalmente llega a Isidora, ciudad donde los palacios tienen escaleras de caracol incrustadas de caracoles marinos, donde se fabrican según las reglas del arte largavistas y violines, donde cuando el forastero está indeciso entre dos mujeres encuentra siempre una tercera, donde las riñas de gallos degeneran en peleas sangrientas entre los apostadores. Pensaba en todas estas cosas cuando deseaba una ciudad. Isidora es, pues, la ciudad de sus sueños; con una diferencia. La ciudad soñada lo contenía joven; a Isidora llega a avanzada edad. En la plaza está la pequeña pared de los viejos que miran pasar la juventud; el hombre está sentado en fila con ellos. Los deseos son ya recuerdos.