sábado, 14 de enero de 2017

Navegando hacia LocuraUtopía




(Foto: Mayte Menéndez Guil)


Abordémonos pacíficamente unos a otros. Amorosamente entrechoquemos las proas, y una eterna fiesta marítima de música de caracolas, silbos de delfín, quejido de gaviota, rugir de león marino y canto de ballena, haga bailar a los peces, danzar a los pulpos bajo la quilla. Las estrellas, a lo lejos, llorarán de dicha infinita. Y así sea.

Sucumbamos, en un naufragio de aguas abrazadoras, calmantes. Seremos tesoro sepultado en el fondo del mar, esperando durante siglos el hallazgo de nuestra clara razón, que llevamos.
            Nuestro mondo esqueleto será signo verdadero, ante una humanidad que no nos ha comprendido y frente a la que nos haremos entender.
            Sólo los verdaderos piratas hablan este lenguaje a-locado en el mundo de los cuerdos. Ellos son los locos. Nosotros hacemos patente la sinrazón de este mundo.

            Pero llegó la hora de poner las cartas sobre la mesa. Únicamente nuestro juego es sincero. Nunca hemos ido de farol. Nos tomamos la vida en serio.

            La fiesta a bordo comenzó. Y nadie sabe bailar como nosotros. La naturalidad hace las delicias de aves y cetáceos, que acuden presurosos.
            Ésta es nuestra hora. El momento ha llegado. Preparados estamos. El dolor nos forjó. Y a pesar del maltrato, seguimos amando. Con fuerza, amor, paz y bondad por fin unidos, destejeremos para volver a tejer. Y la obra, día a día crecerá.
            Vendrán días de viajes a islas paradisíacas, tierras vírgenes y océanos llenos de vida, de manatíes y focas que son sirenas, y esta vez hablaremos con ellas, pues ya no habrá temor, y la vida será agua dulce, vino y alimento del alma. La miel de las colmenas, las algas y las huertas, los árboles frutales, nos acogerán.

Seremos hermanos de todo ser vivo, de todo ser inanimado. Y las noches serán música y hoguera, besos y relatos, bailes y caricias, bajo una bóveda celeste estrellada de ojos, sonriente de luna, dichosa de lago, viviente de río. Y seremos inmortales como el centenario árbol, aún joven, que al caer se hace virutas, polvo, tierra y alimento. Nacer, morir y renacer en la rueda de la vida. Será el vivir, por fin, sin miedo.

            (Palabra del pirata Alf, el desangelado. Quien permaneció cuarenta años en el dique seco calafateándose, y ahora se apresta, como un pelícano, a surcar los mares de este mundo).




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